Viaje a Altea

Altea, el singular paraíso de la Costa Blanca

¡Qué levante la mano a quien le guste viajar! La rutina, los horarios o el trabajo acaban por agotarnos física y psicológicamente. Para muchos, evadirse de esta realidad, aunque sea poco tiempo, tiene beneficios a corto y largo plazo. No solo mejora nuestro estado de ánimo porque, vamos a ser sinceros, levantarse temprano para ir a trabajar no es plato de buen gusto para nadie. Sino que, además, aprendemos a disfrutar de las pequeñas cosas que, de normal, pasarían inadvertidas al ojo humano, posiblemente por la vida tan ajetreada que llevamos.

Viajar evoca a la libertad, al bienestar, a la tranquilidad, al enriquecimiento personal; abre de par en par nuestra mente, aprendemos de nuevo a sentir y tenemos un afán casi incontrolable de conocer nuevas culturas. Cierto es el dicho de que el ser humano es curioso por naturaleza, nos encanta aprender cosas nuevas y obtener respuestas a cualquier dilema que se presente. Por eso, hoy lo dedicamos a descubrir un lugar singular, paradisíaco y que podemos encontrar aquí, no hace falta viajar al extranjero para poder disfrutar de él. Se trata de una ciudad en la que perderte, explorar y vivir nuevas aventuras.

Altea es una de esas ciudades costeras que no pasan desapercibidas y, mucho menos, olvidadas. Su historia, sus colores y sus sabores hacen de esta localidad el mayor atractivo de la costa levantina.

Situada al norte de la comarca de la Marina Baixa y protegida por la Sierra de Bernia, en Altea conviven a la perfección la tierra y el mar para conseguir así un sinfín de nuevas experiencias memorables casi hasta la eternidad.  

Conocida como un pueblo de pescadores y agricultores, Altea se ha convertido en uno de los destinos turísticos preferidos dentro de la Costa Blanca. De hecho, anualmente registra miles de visitas; no solo por gozar de un clima envidiable durante todo el año y tener una tradicional gastronomía mediterránea, sino también por incluir una amplia gama de actividades distribuidas por toda la ciudad. Para muchos es sin duda alguna un lugar perfecto para pasar unos días de descanso y diversión.

Hay mil y una cosas que hacer, desde recorrer sus calles y recordar su historia, disfrutar de su comida o hasta embarcarse en auténticas aventuras explorando sus playas y montañas. Aquí te vamos a descubrir cuáles sí o sí deben estar en tu guía de viaje.

Si lo que prefieres es recordar el pasado y saber qué es lo que más caracteriza a Altea, Bellaguarda es tu mejor opción. Considerada como la seña de identidad de esta localidad alicantina, es el barrio más antiguo en el que poder perderte y encontrar auténticos escondites increíbles. A semejanza de las islas cícladas del mar Egeo como la famosa Santorini o Mikonos, sus calles empedradas junto a las casas blancas evocan a la poética estampa veraniega llena de luz y de color que a todos podemos dibujar en nuestra mente sin mucho esfuerzo.

La Parroquia de Nuestra Señora del Consuelo es otra de esas paradas obligatorias si decides visitar Altea. Alojada en la parte más alta de la ciudad, como de un faro se tratase, su atractiva cúpula azul y blanca sirve de guía para quienes deseen deleitarse de la oferta cultural que ofrece esta localidad. La “Cúpula del Mediterráneo” como se la conoce comúnmente, cohabita con la Capilla del Santísimo Cristo del Sagrario, patrón de Altea, quien también tiene una cúpula igual, aunque más pequeña.  

Del mismo modo, estas dos se encuentran pegadas a Pueblo Antiguo, más conocido como el barrio el Fornet, en el que podemos encontrarnos con numerosos miradores en los que disfrutar de una vista completa de la localidad.   

Otros lugares de interés por su contexto histórico y cultural son: el convento de las Carmelitas Descalzas; la Iglesia Ortodoxa, que reproduce las construcciones de las iglesias rusas del siglo XVII y la Torre de Bellaguarda en la que admirar una panorámica de la ciudad por su colocación elevada, que le otorga una buena disposición estratégica defensiva y de vigilancia con un muy amplio campo visual; por lo que no es de extrañar que se encuentre en el núcleo histórico tradicional de Altea. Testigo histórica de la Edad Media, se data su origen en 1563.

Además, también se encuentra el Palau Altea, Centro Cultural y de Congresos y el Paseo Marítimo. El ciclo de conciertos “la Ruta de les Ermites” en las que cada Semana Santa se pueden visitar diversas ermitas rurales alojadas en distintos puntos geográficos, es otra de las innumerables opciones que ofrece esta ciudad.

Aunque si lo que deseas es vivir nuevas experiencias y aventuras, Altea también cuenta con una oferta natural y deportiva sinigual. Para los amantes del deporte y la naturaleza de tierra y mar, Altea puede convertirse en un destino primordial. Su gran variedad de flora y fauna permite que muchos opten por pasar sus vacaciones en sus playas y montañas. La Sierra de Bernia junto con el Parque Natural de la Serra Gelada y sus 8 kilómetros de costa de aguas cristalinas con dos clubes náuticos, dos puertos deportivos y un puerto pesquero son referentes para practicar deportes acuáticos como vela, kayak, submarinismo o buceo y de montaña como senderismo, trekking o escalada. Las excursiones son también una opción.

La gastronomía tampoco puede pasar desapercibida. De su espectacular oferta de comida mediterránea sobresale su más pura esencia de ciudad costera levantina. Altea es perfecta para quienes quieran disfrutar de una comida tradicional y rural o, por el contrario, degustar platos internacionales o vegetarianos. Los cinco sentidos aquí juegan un papel muy importante.

Viajar a Altea supone vivir nuestro propio Verano Azul en toda regla.